Agradece cada mañana el regalo de vivir. El regalo de una vida que te ha permitido conocer y nos ha invitado a conocernos. El regalo de la justa medida, esa regla sin mesura en la que encontrar suficientes motivos para la compasión propia y ajena. Agradece cada día haber aprendido a mantener en el corazón el recuerdo dulce de las personas que has querido, las que se dejaron querer y las que te olvidaron y cada día, da gracias por la fortuna de saber, que pese a la distancia y el tiempo todavía puedes quererlas. Da gracias a quien viviendo el amor te enseñó a amar la vida. Gracias por hacerlo generosamente, mostrándote un camino que no estaba marcado, que nadie marcó pero que vivía en su mirada y en el fondo de tu corazón. También da gracias a la vida por los sin sabores y las incertidumbres, por el recuerdo amargo de las personas que se esforzaron y perdieron su tiempo intentando apartarte de la alegría, y agradece el poder recordarlas con cierta ternura y sin rencor. Agradece a todos hacerte saber de tus errores, de tu vanidad de ser humano mediocre y de tus limitaciones de persona vulgar, pues es ahí donde se asomaron todas tus virtudes de persona valiente y comprometida. Da gracias por mantener aún los compromisos sin ataduras, ni cadenas. Por permanecer firme sin doblegarte del todo al tedio y la rutina, y por haber adquirido nuevas y hermosas responsabilidades que te enriquecen y a veces te abruman. Agradece también a la vida, la invitación a comprender el motivo de tus razones y tantas veces, la sin razón de las mismas. Di gracias a tod@s los que te han acompañado con su sonrisa generosa, su palabra cercana, su comprensión y su paciencia y su ejemplo vital, pues sin ell@s no sabríamos creer, ni tendríamos la valentía de descubrir, conocernos y conocer. Da gracias a la vida porque sin ell@s tu, yo, ninguno de nosotr@s seríamos quien somos y por lo tanto el brillo de nuestro trabajo no sería igual. Ahora, desde la libertad del agradecimiento, utiliza todo lo vivido, todo lo aprendido , todo lo que has recibido y compartido, eso que conforma todo lo que eres y ponte a trabajar sin miedo. Sé tú, sé quien eres, entrégalo todo y en cada proyecto que emprendas, sé creativo.
Alfredo Jaso
La función de la mente es investigar y aprender. Por aprender no debemos entender el mero cultivo de la memoria o la acumulación de conocimientos, sino la capacidad de pensar clara y sensatamente sin caer en vanas ilusiones, partiendo de hechos y no de creencias e ideales. No existe el aprender, si el pensamiento se origina en conclusiones previas. Adquirir meramente información o conocimiento, no es aprender es acumular y preparar la memoria para que realice su función más rudimentaria, la condicionar el pensamiento para la comparación y el temor. Aprender implica querer acercarse, descubrir con una mirada nueva y comprender libremente. Por eso aprender sólo es posible cuando no hay coacción de ninguna clase. La coacción adopta muchas formas que todos conocemos. Hay coacción a través de la influencia, a través del apego o la amenaza, mediante la estimulación persuasiva, la apariencia del querer ser, el chantaje emocional o las más sutiles formas de recompensa material o espiritual. Se suele pensar que el aprendizaje mejora por la comparación, pero en realidad es lo contrario. La comparación genera frustración y fomenta la envidia, que hoy damos en llamar de manera productiva, competencia. Como otras formas de persuasión, la comparación impide el aprender sin prejuicio y engendra el temor. También la ambición de llegar a ser se valora como positiva para mejorar el proceso de aprendizaje, pero en el fondo también engendra temor y enorme frustración. Debemos comprender que la ambición, ya sea personal o identificada con lo colectivo, es siempre antisocial e interesada. Es necesario alentar el desarrollo de una mente capaz de entender la vida como una totalidad. Una mente curiosa, valiente y comprometida que asuma las experiencias de la vida como una oportunidad, sin querer escapar de ellas, evitando así la contradicción y la frustración amarga o cínica. Pero para ello es esencial conocer nuestro propio condicionamiento, los motivos de nuestras incertidumbres y las razones de sus búsquedas y apegos. Así, desde el conocimiento de nuestras limitaciones comenzar a pensar libremente para desde la libertad aprender, comprender y comprendernos. Y comenzar a mirar la vida y la libertad como una oportunidad para ser quien somos y crecer en el proceso. Y luego llevar lo aprendido a todos nuestros gestos cotidianos y nuestra labor profesional.
Alfredo Jaso
Ser gente extravagante nos ha traído hasta aquí. Saber poner la mirada allí donde nadie repara para ver lo que muchxs no ven, ha marcado siempre nuestro camino. Buscar lo que otros pierden y perdernos dónde otrxs no se encuentran nos ha hecho ser lo que somos. Gente extravagante, de sonrisa limpia y compartida que da sin miedo lo que tiene y recibe con gusto lo que le dan. Personas a las que asustan las incertidumbres tanto como las pétreas certezas y que tienen el miedo justo para poder ser valientes. Profesionales discretos que saben callarse y tienen valor para romper el silencio. Que regalan el don de la idea y la palabra y quieren esconderse tras la luz del misterio. Brillantes, no por lo que destacan, si no por su capacidad para iluminar el rumbo con buenas propuestas. Extravagantes. Ni mejores, ni peores. Extravagantes para tomarnos el tiempo de compartir sin prejuicios lo que somos y lo que nos emociona, sin pensar si lo enseñado puede parecer distinto a lo que muestra nuestro empeño, o si lo que damos es menos que lo obtenido. Extravagantes: extremadamente vagos. Así sin más, como somos, del derecho y del revés.Somos como te miramos y como nos ves. Extremadamente vagos, extravagantes, así es.
Aprovechando los buenos vientos del verano, hace semanas regresamos tras la estival singladura. En este tiempo de asueto, hemos surcado nuevos mares y disfrutado de lo mejor de los días y sus horas. Pusimos la vista en nuevos horizontes. Superamos adversidades imprevistas. Compartimos sonrisas, deseos y palabras desconocidas y llenamos las velas de la ilusión con la fuerza del cariño de los que nos quieren. Ahora regresamos con una nueva mirada, más limpia y luminosa. Con renovados equipos y nuevos retos. Con la complicidad y la alegría como herramientas y el mismo compromiso con la creatividad y el trabajo bien hecho de siempre. Por eso, en este nuevo tiempo, estamos seguros de seguir contando con el regalo de tu confianza, con el tesoro de tu apoyo y la fortuna de tu compañía. En todo caso y si a pesar de nuestras buenas intenciones, estas no han sido para ti las mejores vacaciones que recuerdas, ten por seguro que con esfuerzo, compromiso en la alegría y una sonrisa compartida, conseguiremos que el nuevo curso que ahora empieza, se convierta con el paso de los meses, en uno de los mejores que hayamos pasado juntos. Que así sea.
Alfredo Jaso
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