La función de la mente es investigar y aprender. Por aprender no debemos entender el mero cultivo de la memoria o la acumulación de conocimientos, sino la capacidad de pensar clara y sensatamente sin caer en vanas ilusiones, partiendo de hechos y no de creencias e ideales. No existe el aprender, si el pensamiento se origina en conclusiones previas. Adquirir meramente información o conocimiento, no es aprender es acumular y preparar la memoria para que realice su función más rudimentaria, la condicionar el pensamiento para la comparación y el temor. Aprender implica querer acercarse, descubrir con una mirada nueva y comprender libremente. Por eso aprender sólo es posible cuando no hay coacción de ninguna clase. La coacción adopta muchas formas que todos conocemos. Hay coacción a través de la influencia, a través del apego o la amenaza, mediante la estimulación persuasiva, la apariencia del querer ser, el chantaje emocional o las más sutiles formas de recompensa material o espiritual. Se suele pensar que el aprendizaje mejora por la comparación, pero en realidad es lo contrario. La comparación genera frustración y fomenta la envidia, que hoy damos en llamar de manera productiva, competencia. Como otras formas de persuasión, la comparación impide el aprender sin prejuicio y engendra el temor. También la ambición de llegar a ser se valora como positiva para mejorar el proceso de aprendizaje, pero en el fondo también engendra temor y enorme frustración. Debemos comprender que la ambición, ya sea personal o identificada con lo colectivo, es siempre antisocial e interesada. Es necesario alentar el desarrollo de una mente capaz de entender la vida como una totalidad. Una mente curiosa, valiente y comprometida que asuma las experiencias de la vida como una oportunidad, sin querer escapar de ellas, evitando así la contradicción y la frustración amarga o cínica. Pero para ello es esencial conocer nuestro propio condicionamiento, los motivos de nuestras incertidumbres y las razones de sus búsquedas y apegos. Así, desde el conocimiento de nuestras limitaciones comenzar a pensar libremente para desde la libertad aprender, comprender y comprendernos. Y comenzar a mirar la vida y la libertad como una oportunidad para ser quien somos y crecer en el proceso. Y luego llevar lo aprendido a todos nuestros gestos cotidianos y nuestra labor profesional.
Alfredo Jaso