En Metáfora sabemos que el miedo es algo que todas y todos sentimos diariamente. Todas las personas enfrentamos el miedo a perder, el miedo a no saber responder, el miedo a sufrir, a no saber buscar, miedo a no encontrar, miedo a decidir… pero también sabemos que no es lo mismo sentir miedo que actuar con cobardía. El miedo es en ocasiones dañino, pero sin embargo la cobardía es siempre despiadada. Se vuelve manipuladora y para protegerse no le importa abusar de quien es más débil. Ensucia verdades, levanta mentiras y se revuelve violenta en su afán de salvar el pellejo. Pero lo peor de la cobardía es que cubre las relaciones humanas con una triste pátina de hiel que emponzoña el día a día. Lo triste de la cobardía es que con gruesos brochazos pinta la realidad con un rancio barniz que narcotiza y pudre la compartida alegría de vivir. Lo irreparable de esa cobardía es que termina por convertirse en odio revenido para hacerse rencor contra quien piensa, siente o vive de manera diferente. Por eso es urgente no dejarse doblegar por ella y hacerse fuerte en la respuesta aferrándose a los valores éticos. Es necesario defender en la convivencia los derechos humanos para con la razón llena de razones y el corazón colmado de nobleza, construirnos cada mañana desde la valiente dignidad de personas libres. Ahora es justo y necesario hacerlo o si no la cobardía volverá a abrirle la puerta a la indiferencia y sin remedio tras ella se dará paso al terror.
En Metáfora no somos más valientes que nadie. También sentimos miedo y sufrimos la incertidumbre, pero no somos cobardes. Sabemos que somos más los y las que sin alardes de gallardía ni palabras gruesas, defendemos la justa y armónica convivencia. Más lo que queremos escuchar y dialogar sin necesidad de imponer. Somos más los que sabemos de la utilidad de los puentes que acercan orillas. Más los que necesitamos la luz de la cultura para iluminar el pensamiento crítico y sus valores de progreso para liberarnos así de la grisura de la mediocridad. Todavía somos más los que nos movemos contra el discurso del odio y creemos en el amor sin miedo y rechazamos el machismo como modelo de una sociedad patriarcal. Por eso, porque somos más, debemos decir NO a sus palabras agresivas. NO al insulto. NO a sus propuestas políticas que agreden el diálogo y recortan derechos. NO a que se facilite su entrada en los gobiernos para asumir responsabilidades de manera torpe e irresponsable. NO a que puedan gobernar en contra de los derechos de muchas y muchos y para el beneficio de solo unos pocos. NO a sus creencias de mundo cerrado, plano y pequeño. NO a su CENSURA (que llegará). NO a ser participes con nuestro silencio de este acoso irracional e ideológico contra las libertades y los derechos humanos más básicos.
Sin embargo habrá quién diga SI a apoyar con su trabajo creativo el ideario político de gente con tan mezquinas propuestas y talante tan poco democrático. Sabemos que alguien habrá que al amparo del ejercicio de su profesionalidad sostendrá que hay que estar al servicio de quien paga sin hacer conjeturas ni preguntas. Habrá quienes en un ejercicio pragmático, se justificarán diciéndose que no trabajan para un ideario político si no para los ciudadanos. Para ellos y ellas la comprensión del miedo y la necesidad. Pero en Metáfora sin pretender dar lecciones. Respetando las decisiones ajenas y sus particulares condicionantes, desde la modestia, pero con la conciencia tranquila de nuestro compromiso, diremos NO a participar en sus concursos ni a escuchar las propuestas que demanden nuestra creatividad y que vengan de concejalías y consejerías dirigidas por quienes sostenidos por una ideología retrógrada, lanzan discursos reaccionarios y antidemocráticos que confrontan con el respeto y la convivencia. Quizá pueda parecer que lo que hacemos no es mucho, que son solo palabras y pequeños gestos. Pero no debemos de olvidar que somos más quienes defendemos la justicia social, los derechos humanos y la fraternal convivencia. Por eso, porque con todas y todos somos más, sin miedo desde Metáfora diremos NO a poner nuestra creatividad en sus propuestas de trabajo, porque hacer contrario sería dejar morir la alegría lentamente y agonizar con el corazón lleno de dolor y la mirada rebosante de miedo y de vergüenza.
Foto: Ian Espinosa