En Metáfora sabemos que la comunicación ha de servir para acercar personas e intereses. Por eso en Metáfora abrimos confiados la puerta al que llega. Confiamos en quien viene a compartir lo que es y observamos con atención para comprender lo que busca. No nos hacemos las fuertes confrontando ideas irreconciliables que no nos ayuden a crecer, ni defendiendo posesiones para definir lo que creemos que somos. Creemos en el respeto y la responsabilidad como herramienta compartida para la libertad y hacemos de eso nuestra manera de actuar. Porque sabemos que comunicar es compartir lo que hacemos, para que se conozca qué somos. Seguramente mis palabras de hoy, no tengan más valor que el de la emoción puesta al escribirlas, pero quiero compartirlas contigo, con la misma emoción con que fueron escritas para que hagas luego con ellas lo que tu quieras.
Refugiados
Soy la Europa del Imperio,
la que mira hacia otro lado,
la del bárbaro silencio,
la del brillante pasado.
La que hicieron grandes hombres
a fuerza de fe y de fuego.
La que por miedo a perder
y por escucharle al miedo
se inventó los enemigos,
para defender lo nuestro.
Esa que envió a sus hijos,
a la conquista del mundo,
que los expulsó con hambre,
con un engaño fecundo.
La Europa que ahora olvida,
que no recuerda sus pasos.
Europa de buena vida,
la del miedo y el fracaso.
La tierra de promisión.
El reino de quien más puede.
El lugar donde se ocultan,
miserias con misereres.
La del poder de la unión,
la del derroche y la suerte.
La que pide sumisión
y negocia con la muerte.
Si a los que vienen de lejos
levantamos más fronteras
sin importarnos sus sueños.
Y dejamos que se ahoguen,
enseñando mil banderas.
Podremos creernos muy grandes,
decir que somos los dueños,
poseer las libertades
sin obligación, ni respeto.
Impondremos el horror
como norma y como credo
y mostraremos al mundo
la crueldad de nuestro fuero.
Y si me callo y no escribo
lo que en justicia yo creo,
sea el corazón coraza,
que lo que siente, es pequeño.
Si son tus pasos distancia
y mi silencio es tu miedo,
no soy digno de ser hombre,
si yo mis puertas te cierro.
Si yo derribo mis puentes
y tú esperanza destierro.
No merezco mi alegría,
si a tu temor pongo precio
y si al llanto de quién quieres,
con mis leyes lo desprecio.
Si se alzan altaneras,
las voces que te detienen
y si blindan las fronteras,
lo que por buenos se tienen,
cuando yo guardo silencio,
un pensamiento me viene:
allí estarán los que matan,
pero aquí están los que hieren.
Soy la Europa del Imperio,
la que mira hacia otro lado.
La que no sabe tu nombre,
porque ha querido olvidarlo.
Alfredo Jaso