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Su Excelencia

 

No hace mucho alguien en nombre de un autodenominado Instituto vinculado a la Excelencia, me hizo el honor de informarme de que llevaban meses siguiendo la trayectoria empresarial de Metáfora y  mi desempeño profesional. Al parecer y a la vista de la bondad y calidad de uno y otro, no les quedó más remedio que incoar al insigne patronato que tutela las decisiones más importantes de este Instituto, la solicitud de la concesión de un dorado galardón que premiara y certificara la calidad del trabajo de Metáfora. Así las cosas y a  la vista de lo que suponemos era un prolijo y detallado informe, las personas que componen esta especie de misterioso sanedrín, no encontraron más que méritos para que a Metáfora le fuera concedido este magnífico premio.

La excelencia es una palabra que permite resaltar la considerable calidad que convierte a un individuo, objeto, empresa y sus servicios, en merecedor de una estima y aprecio elevados. Quien conozca el trabajo de Metáfora, sabe de sobra que  la excelencia es para nosotros un objetivo fundamental y diario en el desempeño de nuestra actividad profesional. Nos esforzamos para conseguir que cada persona y empresa con la que colaboramos pueda compartir con nosotros la sonrisa que genera la confianza en el trabajo bien hecho . Por eso somos muy cuidadosos  a la hora de aceptar reconocimientos, premios y certificados que no vengan avalados y respaldados por unos parámetros de exigencia que al menos estén a la altura de los que Metáfora trata de imponerse como norma en la producción de sus productos y servicios y en la relación con sus colaboradores y clientes.

En tiempos de crisis proliferan Institutos, Fundaciones, Asociaciones… que aprovechándose del humano ego, la boba vanidad y la simple superficialidad de la cornucopia fosforescente, están dispuestas a avalar, certificar y premiar cualquier actividad empresarial y profesional que necesite de cierta fingida notoriedad. Para lograrlo, estas entidades necesitan alardear de su cercanía con personas de probable buena fe pero de cierto caduco prestigio y personajes de rancia presencia mediática. El mejunje ya está preparado. Se juntan en el mismo pastiche la ambición y la necesidad. Así, embaucar al vanidoso incauto o al imperioso necesitado que confía en que la notoriedad de un premio conseguido sin concurso, ni esfuerzo, arreglará sus problemas de presencia, no resulta difícil. Una gestión comercial rápida y un ejercicio de networking a un módico precio, a cambio de poder colgar en el Facebook las fotos de los premiados. Llevarte al despacho un certificado otorgado por no se sabe bien quién para colgarlo en la pared. Compartir espacio con un puñadito de gerifaltes de los reinos taifas locales. Charlar con unas decenas de emprendedores con ínfulas de empresario del año en un hotel de semilujo con menú de ringorrango y la connivencia de algún medio de comunicación local, hacen el resto para complacencia de todos y negocio de unos pocos.

Nada que alegar a la actividad de unos, que buscando su beneficio aporta réditos también a muchos. Ni a las libres decisiones de otros. Legales y cada vez más extendidas las primeras y humanamente justificables las segundas. Pero si hablamos de construcción de marca y notoriedad, conviene indagar para mejor saber qué hay detrás de esos premios. Entiendo que es difícil decir NO a un premio y más cuando éste se ofrece envuelto en bonitas palabras hacia tu labor profesional. Pero precisamente por eso conviene saber con qué avales de prestigio cuenta la institución que los concede. Qué empresas y profesionales de valor han sido premiados en anteriores ediciones y qué procedimiento se ha seguido para decidir los premiados. Conviene saber bien qué personas han formado el jurado, quién lo preside y conocer su prestigio y relevancia en el sector profesional en el que desempeñamos nuestra actividad. Está bien indagar para saber quién da validez a los certificados que se otorgan y con qué responsabilidad. Conviene no dejarse deslumbrar por el colorín y los titulares, por patronos y patrocinios, por las celebrities, ni las celebridades. Es bueno tomar con responsabilidad decisiones de este tenor para que al final estas celebraciones no se queden en poco más que una sesión de fotos en tiros largos. Un evento de eso que la neolengua llama ahora networking. Un encuentro entre personas preferentes sin ninguna preferencia, en el que si no hemos sido precavidos, en nada mejorará nuestro prestigio profesional.

Afortunadamente, Metáfora cuenta con premios de ámbito regional, nacional e internacional de reconocido prestigio a los que se presentaban candidaturas de empresas  de nuestro sector y ámbito profesional y en los que un jurado de reconocido criterio,  presidido por personas de sobrada solvencia profesional, avalaba el posible premio a la candidatura presentada bajo estrictos criterios profesionales. A lo largo de casi 14 años, hemos tenido la fortuna y el buen hacer suficiente como para que esos jurados hayan reconocido los méritos de nuestra modesta empresa tanto a trabajos hechos, como a nuestros valores a la hora de abordar esos trabajos.  Que concursando en buena lid, alguien con entidad y solvencia, considere que nuestro trabajo merece un premio, es un alegre y seguramente merecido reconocimiento. Pero sin duda, es la confianza de nuestros clientes la que avala nuestra trayectoria empresarial en la búsqueda diaria de la excelencia profesional y son ellos quienes nos dirán cada mañana cuando comencemos nuestra actividad y cada tarde, casi siempre bien tarde, cuando la finalizamos, que este camino hacia la excelencia no está mal encauzado.

La confianza y el prestigio se reafirman cada día y con cada decisión tomada y son valores tan importantes que no se certifican ni con galardones dorados, ni con fotos con famosos, ni con diplomas de dudosa procedencia que se cuelgan en la pared. Precisamente por eso, si queremos construir sobre pilares sólidos la historia de nuestra marca, estamos obligados a ser escrupulosos a la hora de tomar decisiones que con el espejismo de su brillo, puedan apartarnos del horizonte de nuestros valores como empresa.

*Metáfora no aceptó el premio que se le otorgó.

 

Alfredo Jaso

 

 

 

 

 

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